Abrimos en este blog un nuevo espacio para dar cabida a la Lengua y la Literatura.
Tendrán lugar en este espacio las aportaciones de profesores y alumnos que tengan que ver con el desarrollo de la imaginación y la creatividad.
Merecerán este espacio los textos, tanto en prosa como en verso, comentarios, recensiones de libros, noticias sobre autores, informaciones del mundo de la Literatura, eventos literarios, redacciones, frases comentadas… Se incluirán en él las producciones de calidad, tanto en el fondo como en la forma y… con una corrección tanto en la escritura como en la ortografía.
Se pretende que contribuya este RINCÓN LITERARIO al enriquecimiento de quien lo lea.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL ARTE DE ESCRIBIR


El arte de escribir; técnica, estilo y misión del escritor
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Para muchos escribir es un dolor de cabeza, un trámite; para otros es vivir, gozar; es reinventarse, parir, encontrarse o renovarse.
¿Qué es el escritor?,  se pregunta José Luis Sampedro, sino un albañil de sueños, un constructor de castillos en el aire con millares de palabras. Los materiales pueden hallarse en cualquier parte. Los proporciona la gente, las lecturas, los cuadros, los espectáculos y por supuesto el propio mundo interior.
Para Fernando Savater, cada palabra es sentido y sonido. A través de las caprichosas semejanzas del sonido, los sentidos se hacen guiños entre sí y superponen nuevas capas sonrientes de significado al entramado ya conocido. Es como si la lengua se sacase de la lengua a sí misma, pero para entenderse mejor.
En cambio Francisco Umbral sostiene que se puede escribir con whisky o sin whisky. A máquina o a mano (los malos autores lo hacen con computadora). Se puede escribir siempre, si se es escritor, como el pianista puede tocar siempre. Nietzsche, Wittgestein, los estructuralistas, etc. han dejado claro que sólo existe la palabra, incluso para la filosofía. El lenguaje habla por nosotros, todo lo hace la palabra escrita.
Y es verdad, cada persona tiene un estilo, hábitos y circunstancias que lo orillan a escribir. Sin embargo, a quienes les gusta escribir saben que existen ciertas condiciones para ello: una motivación o propósito, unas circunstancias, unos procedimientos y una técnica. José Luis Martínez, en su libro Problemas literarios, señala cuatro características que deben estar presentes en un escrito: Naturalidad, técnica, estilo y visión del mundo.
Qué es el lenguaje, sino una desierta creación intelectual, señala José Luis Martínez. La fuerza que lo crea, lo mantiene y lo renueva es una humedad espiritual que hincha y transmuta los secos moldes de las palabras para comunicarles aquella vida que el escritor pueda destinarles. Así como el jardín solicita abonos y humedad, tierra, aire, cultivo, el espíritu también los requiere. Y la técnica es la natural disposición de la tierra o de la lengua para que pueda recibir su legado: la rosa en el jardín, el poema, la novela o el cuento en la literatura.
Los más elementales movimientos y ritmos humanos se reflejan en las estructuras mentales, que vienen a ser como otros cuerpos gemelos viviendo una vida semejante a la que reproducen. Esto significa que todo escritor debe aprender que las esencias de toda comunicación literaria repite la mecánica de la vida: nacimiento, ascensión, la caída y el descenso cumplido. En suma, dice José Luis Martínez, aprendemos las esencias del arte en cuanto sus estructuras repiten los movimientos y los ritmos con que se mueve la vida misma del hombre y de todas las criaturas de la tierra.
Este respeto por los movimientos y ritmos de la vida es lo que proporciona una de las virtudes más grandes del escritor: la naturalidad. Naturalidad es la expresión conformada de acuerdo con lo natural y lo poseído en común, pero muchas personas que han decidido a tomar la pluma, sentencia Martínez, han perdido esa aptitud original. Una represión extraña les impide escribir como hablan. Por ello los escritores no tienen porque contradecir la naturaleza, sino reproducirla de acuerdo a su armonía y su mesura.
En este sentido, los escritores no deben menospreciar la técnica, cuya misión, además de  devolverlos  a la proporción y a la armonía, les reenseña la original arquitectura de las formas naturales que han olvidado. Técnica es la reducción a la lógica y a la naturaleza, la estructura acordada a las formas mentales y el aprovechamiento artificioso de los recursos del lenguaje y de las reacciones de la sensibilidad.
No confundir naturalidad con estilo, pues este último es el espíritu de esos escritos –y no su esqueleto lógico-, es la humedad espiritual que el autor les ha comunicado. Estilo, de acuerdo a Torres Bodet, es la cualidad inviolable y la proyección de la personalidad humana. El estilo nada tiene en común con la gramática ni en la aplicación de unas reglas ni en la reducción de un producto literario a cierto mecanismo acordado por los gramáticos, en complicidad con los modelos lingüísticos; es en cambio cuanto vence y burla esos preceptos. No obstante, estima José Luis Martínez, estilo y técnica, a pesar de las diferencias que las separan, precisa un acuerdo que las una, tal el que reina entre los huesos y el alma de un cuerpo.
En cuanto a la visión del mundo, toda obra lleva implícita una visión peculiar e intransferible del mundo, una especial atención para ciertos aspectos y unos modos especiales de enfoque y de traducción conceptual, de esos aspectos seleccionados. Y cada una de estas visiones, manifiesta José Luis Martínez, lleva implícita su propia fisiología respiratoria y su propia organización interna. Es decir, cada visión del mundo exige una técnica propia y, cuando el escritor logra expresarla, su creación se nos presenta como una obra maestra.
En Marcel Proust, por ejemplo, su preocupación por la captura y la eternización del tiempo puro, se traduce con invisible maestría en sus frases movidas por esa ansia  que se alarga, traza cálidos golfos, sigue largas sinuosidades. Aldoux Huxley posee una visión del mundo como la de un laberinto en que las soledades de los hombres y su entera impotencia para con el mundo y sus nociones se develan ignoradas entre sombras, pero trazando con su ceguera un concierto en el que cumplen sin saberlo sus destinadas partituras.
José Luis Sampedro, en su Vieja Sirena, juega con el lenguaje de acuerdo a los entramados emocionales, de tal forma que no encontramos ninguna puntuación en tres páginas, sin que ello afecte los ritmos, la gramática o la respiración.
En la visión del mundo está, obviamente implícita la misión del escritor y de las letras.
Para José Luis Martínez, las letras nos revelan el secreto de nuestro corazón y el de la naturaleza y nos enseñan a conocer mejor los caminos y los litorales de nuestros pensamientos y nuestros sueños; su tela es sustancia de nuestra alma.
El escritor, depositario y agente de estas grandes misiones de las letras, es no solo la gala de su tiempo, sino su conciencia activa. Él es la antena invisible que recoge el eco del pasado, el pulso del presente y avizora aún,  las prefiguraciones del porvenir. Todos los grandes movimientos espirituales de la humanidad, todas las grandes conmociones y crisis, indica José Luis Martínez, han nacido de esa conciencia activa, creadora de pasiones y sentimientos, espejo y molde de nuestras almas.
Stephan Spender refiere que los poetas comienzan a ver claramente la tarea que les espera: expresar lo que sienten en su alma los millares y millares de hombres que viven con ellos en estos tiempos apocalípticos. Por ello, la más grande tarea que queda por hacer, después de la poesía de la desesperación, habrá que escribir la poesía de la esperanza. Denis Rougemont, por su parte, habla de otra misión del escritor: La de conservar la pureza del lenguaje. El verbo es el vehículo de las ideas y las creencias, el órgano de comunicación con nuestros semejantes y nuestro rastro en la eternidad.
Resumiendo, la misión del escritor, es entonces, dar a cada uno de los conceptos que nos mueven, tan acusado y nítido dibujo, tan cristalina transparencia, que denuncien con lealtad la sustancia que transportan. El destino del escritor, prescribe José Luis Martínez, es el de ser un integrador y enriquecedor de la personalidad del hombre, conciencia activa de la época, testimonio extremadamente sensible de las peripecias del espíritu y orientador incansable de sus pasos.

 

martes, 19 de noviembre de 2013

LA PALABRA DEL DÍA





 
 
aforismo - Sentencia breve que se da como regla, resumiendo algún conocimiento esencial o una reflexión filosófica. || Máxima que se da como guía en una ciencia o arte.
Aforismo proviene del sustantivo griego horos (mojón), del cual se deriva el verbo aphorizein (separar, definir) y de éste, el sustantivo aphorismós (definición).
Los primeros aforismos fueron los principios médicos expresados por Hipócrates (460-377 a. de C.), como el que sigue: Las enfermedades son crisis de purificación, de eliminación tóxica. Los síntomas son defensas naturales del cuerpo. Nosotros los llamamos enfermedades, pero en realidad no son sino la curación de la enfermedad. Todas las enfermedades son una misma, y su causa es una misma en todas ellas, aunque se manifiestan por medio de diferentes síntomas, de acuerdo con la determinada parte del cuerpo en que aparezcan.
En el ensayo Aforismos y conocimiento, de Carlos Enrique Berbeglia, se dice que los aforismos "no dan pie a la duda, promueven la acción gracias a la certeza que imprimen, establecen claras demarcaciones de género, raza, clase social, etc., permiten la reflexión del lector pero en forma circular y no necesitan ser demostrados". Es la diferencia que existe entre estos dichos y los refranes, que son sentencias veces metafóricas de uso más común que los aforismas. Otro derivado de aphorizéin es aphorisma (objeto puesto aparte), de donde proviene la palabra española aporisma incluida en el Diccionario de la Real Academia desde su primera edición en 1726, con el significado de "tumor que se forma en los animales entre el cuero y la carne". En esta palabra se originó el cubanismo apolismar, que significa "lastimar, magullar", como figura en el Diccionario de voces cubanas de A. Prichardo (1836).

 
 
 
El apellido del día
Hurtado - Este apellido se originó en los tiempos de la Reconquista cuando las fuerzas cristianas iban ocupando las tierras que habían sido tomadas por los árabes. Los soldados del ejército cristiano eran premiados con solares y elevados a la categoría de nobles, como aconteció con los Hurtado, premiados por el saqueo a un castillo moro. El apellido, que está muy extendido en toda España y en México, proviene de Doña Urraca, la reina de León, madre de Fernando Hurtado, que fue el primero en usarlo.

El latín del día              Ibis, redibis, non morieris in bello.
"Irás, volverás, no morirás en la guerra". Esta frase fue usada como ejemplo de la ambigüedad de los horóscopos, pues bastaba cambiar de lugar una coma para que dijera, "Irás, no volverás, morirás en la guerra.
 
 



 

viernes, 15 de noviembre de 2013

Pío Baroja (13/5/1904)


Corría el año 1904 y aquella tertulia, que había abierto el gallego Ramón María del Valle-Inclán en el Nuevo Café de Levante, hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la Generación del 98 y los artistas más significados, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos.

Y aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja. Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:

“La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1)     los que no saben;
2)     los que no quieren saber;
3)     los que odian el saber;
4)     los que sufren por no saber;
5)     los que aparentan que saben;
6)     los que triunfan sin saber, y
7)     los que viven gracias a que los demás no saben.


 

Estos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”. 


 

 

martes, 12 de noviembre de 2013

PLAYA DE AZKORRI (descripción de Asier Ladrón 5º A Primaria)


Cuando aparcamos el vehículo, fuimos por una cuesta enorme y empinada.
Al descenderla, vas dirigiendo la mirada a un extremo de la playa y ves una extensa llanura que parece un desierto.

Las peligrosas serpientes se deslizan por el acantilado, y los escorpiones abundan en la rocosa playa.

La hierba se mezcla con la arena, que es un poco polvorienta, y en la que puedes encontrar algas y restos de barcos hundidos en el mar.

Las grandiosas olas chocan contra las enormes rocas  donde los pescadores arriesgan su vida por conseguir un pulpo o algún pez.

Encima del alto acantilado se ve una tumba con tristes flores, y debajo de él encontramos una ciénaga tenebrosa y profunda que destaca con la luminosa playa y en la que se huelen los excrementos del sapo corredor que allí se reproduce.

 

                                                              Asier Ladrón. 5º Primaria.